El
negro
1. Estamos en el comedor
estudiantil de una universidad alemana. 2. Una alumna rubia e inequívocamente germana
adquiere su bandeja con el menú en el mostrador del autoservicio y
luego se sienta en una mesa. Entonces advierte que ha olvidado los cubiertos y
vuelve a levantarse para cogerlos. Al regresar, descubre con estupor que un
chico negro, probablemente subsahariano por su aspecto, se ha sentado en su
lugar y está comiendo de su bandeja.
De
entrada, 3 la
muchacha se siente desconcertada y agredida; pero enseguida corrige
su pensamiento y supone que el africano no está acostumbrado al sentido de la
propiedad privada y de la intimidad del europeo, o incluso que quizá no
disponga de dinero suficiente para pagarse la comida, aun siendo esta barata
para el elevado estándar de vida de nuestros ricos países. De modo que la chica
decide sentarse frente al tipo y sonreírle amistosamente. A lo cual el africano
contesta con otra blanca sonrisa.
A
continuación, la alemana comienza a comer de la bandeja intentando aparentar la
mayor normalidad y compartiéndola con exquisita generosidad y cortesía con el
chico negro. Y así, él se toma la ensalada, ella apura la sopa, ambos pinchan
paritariamente del mismo plato de estofado hasta acabarlo y uno da cuenta del
yogur y la otra de la pieza de fruta. Todo ello trufado de múltiples sonrisas
educadas, tímidas por parte del muchacho, suavemente alentadoras y comprensivas
por parte de ella. Acabado el almuerzo, la alemana se levanta en busca de un
café. Y 4 entonces
descubre, en la mesa vecina detrás de ella, su propio abrigo colocado
sobre el respaldo de una silla y una bandeja de comida intacta.
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